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"Vencer o morir, ¡juguemos a quién pierde la cabeza primero!"

 

(...) "El fuego allí, la muerte aquí y en todas partes, la sangre corriendo de una arteria inagotable, sangre abundante esparcida en la tierra. (...) Blanquean los huesos de todos los nuestros: la muerte ha cargado con todos y yo sola cargo la vida sobre un suelo manchado de crímenes". (Ad. D., s. f., p. 3). Este es el fragmento de un texto publicado en la revista "La Ilustración Paraguaya" en 1888, que relata la historia de un país arrebatado una y mil veces, levantado por mujeres con mucho sacrificio, pero sin tiempo para cultivar la vida intelectual porque sus finas manos debían encargarse de los trabajos más pesados. ¡Y los pequeños inocentes! Mamando una leche quebrantada, creciendo sin asociar los conocimientos con el placer, carentes de los juegos didácticos que generan satisfacción, distantes de la experiencia inicial que crea el hábito de la lectura y el saber... Paraguay, un país silenciado, dañado y limitado por tiranos que mataron la fantasía, encadenaron la conciencia y anularon el amor al estudio en unos cuantos. ¿Cómo una sociedad puede nutrirse de la cultura y las artes en un ambiente desolado? Pues, ciertamente, es superando esa desolación...

El Mariscal López... ¿Acaso perdió la cabeza y su propio juego?

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